6. Las funciones del profesor. Promoción, organización y participación en actividades complementarias.
En el documental de “Un
pulso al fracaso”, podemos comprobar que se cumple con creces esta función del
profesorado. En la fundación Tomillo (el centro de segundas oportunidades que
se nos muestra), los pedagogos que educan organizan varias actividades para
estimular a los estudiantes. Enumerando rápidamente, podemos apreciar que los
educadores tratan de hacer convivencia con la gente que enseña; dedicando
tiempo a jugar con ellos al futbolín, al pin pong, al baloncesto, excursiones
por la ciudad…
Las actividades no se
limitan a esto, sino que también tratan de ofrecer actividades que a su vez
sirven de oportunidades para insertarse al mundo laboral o, como mínimo,
adquirir experiencia para desempeñar un trabajo. Entre ellas, podemos apreciar
cómo organizan una simulación de cómo es el trabajo de un camarero, un
voluntariado donde enseñar a usar el ordenador a personas mayores y, en un
punto más específico, prácticas en empresas que sirven como oportunidades de
empleo.
También quiero rescatar
dos reflexiones que realizan miembros del cuerpo de docentes, pues creo que
encapsulan la idea o el concepto por el que se establecen funciones que debe
desempeñar el profesorado:
“El trabajo que hacemos
aquí es más educativo que curricular, a nosotros la parte curricular nos ‘importa’
porque al final de curso a nosotros al ministerio tenemos que decir que estos
chicos han cumplido con los objetivos curriculares, pero lo que más nos importa
es formarlos como personas.”
“En la educación formal toda la legislación
está con que hay que desarrollar competencias básicas en el alumno, que son
importantes los contenidos, pero sin embargo eso les da completamente igual. Tú
tienes estos contenidos que tienes que cumplir y es lo único que me importa
para que tu apruebes. Enseñan, pero no educan. No puedo enseñar matemáticas o
lengua si no me preocupo por el entorno que le rodea.”
A fin de cuentas, los
pedagogos que vemos en este documental, no están preocupados como tal en
cumplir con las directrices de cómo debe ejercer un profesor su función en base
a lo que establece la ley de educación. Los docentes del vídeo se preocupan por
dar una segunda oportunidad a aquellos que no la han tenido, que por múltiples
factores, no han podido adaptarse a lo que exige el sistema educativo para
seguir avanzando en él. Para evitar que se les etiquete como un fracaso y se
les aparte de la sociedad, los educadores tratan de hacer sentir a estos
adolescentes como personas capaces.
Cuando llegue fin de
curso, de nada sirve marcar con una casilla que has cumplido con x puntos que
se te exige que debes haber aplicado para ser un buen profesor. Es muy relativo
medir si se ha cumplido con la función de promover, organizar y participar en
actividades complementarias, pues puedo haber creado una rastra de excursiones
a lo largo del curso, y que estas no hayan sido significativas. Lo que importa
es ver a cada función como un fin en sí mismo más que como las tareas que uno
debe cumplir.
¿Cómo contribuyo a crear
un clima de respeto y tolerancia si no nace de mí? Resulta un poco absurdo
remarcarlo a nivel institucional como si fuese un punto a conseguir, pues un
profesor debería tenerlo integrado si quiere dedicarse a enseñar a otra
persona.
En este video vemos que
estas funciones se cumplen de forma orgánica, pues la concepción del proyecto
es ayudar a aquellas personas a las que el sistema educativo oficial no ha
logrado incluir. Es por este motivo que pueden especializarse en brindar el
apoyo que desde escuelas o institutos no se les ha dado a estos adolescentes.
Y en este punto me surge
una duda, y es hasta qué punto es realista pretender cumplir con estas
funciones de forma orgánica en un instituto. Contando con un horario reducido
donde solo ves a tus alumnos dos horas a la semana; por ejemplo, ¿hasta qué
punto puedes sacrificar tiempo del contenido que debes enseñar para atender
necesidades particulares o realizar actividades?
Ciertamente es un reto
mayúsculo condensar todas estas funciones en el reducido margen del que uno
dispone para enseñar. A falta de experiencia desde la que poder hablar, supongo
que con esfuerzo y creatividad se puede llegar a brindar un resultado digno que
ofrecer al alumnado. Eso sí, también hay que tener en cuenta que la educación
es una labor colectiva y de igual forma, que para aquellas funciones o
competencias que uno no pueda cubrir, habrá algún docente en mi centro que
ofrezca lo que no está mi alcance. Por tanto, para educar resulta necesario una
pequeña dosis de fe en que desde el profesorado se puedan complementar los unos
a los otros y, a su vez, tratar de dar lo mejor de uno mismo para dejar la
menor cabida posible a lo que depare el destino.
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