Si tuviera que adscribir esta película a alguna de las categorías planteadas por Octavi Fullat, diría que encaja en la primera, en la de pedagogía tradicional. En "El bola" vemos como el padre trata de imponer su autoridad de forma constante y opresiva en cada aspecto de la vida de Pablo. Si el niño no sigue las normas que ha establecido, lejos de tratar de solventar la solución de forma racional y pacífica, Mariano emplea la violencia y descarga su ira sobre Pablo. Realmente, no hay educación, Mariano no intenta educar a su hijo, sino que lo usa como desahogo, disfruta del poder que tiene sobre él y por eso se enfada tanto cuando Pablo intenta plantarle cara.
Esta película me parece que hace una labor encomiable, pues plasma lo duro que puede ser la vida cotidiana de un chaval que en teoría no debería tener ningún problema. Se tiende a asociar que la juventud es un camino de rosas, que no hay ninguna preocupación o, si los hay, solo son tonterías. Hay una escena al principio de la película donde Pablo ayuda a su padre en la ferretería. Mientras el niño atiende a una señora, esta se queja de un dolor de espalda que la molesta. La clienta, obviamente sin intención de dañar al niño, pues desconoce su situación, le dice a Pablo que si tuviese su edad no tendría ningún problema. Acto seguido se nos muestra la cara del chaval que calla y mira de forma inexpresiva debido a que no puede hablar: su mundo emocional e interno se ve invalidado por los adultos. Nadie considera que pueda estar en apuros a pesar de que es vox populi en el barrio y el colegio, por lo que, en silencio, condenan a Pablo a vivir día tras día un infierno.
Comentarios
Publicar un comentario